Alquimista Espiritual

Sé la protagonista de tu vida…

Desde que retomé teatro, luego de una pausa de diez años por motivos personales, volví a sentirme yo misma. A través de la actuación, nos conectamos con nuestro cuerpo, la imaginación y las emociones, que son las herramientas del actor.

El teatro es una disciplina que me conecta con la infancia, con esa niña que fui y que, por suerte, descubrí que sigo siendo (en un cuerpo de adulta). Allí encuentro esa libertad incondicional de poder ser yo en mi plenitud, la magia, la luz de la aceptación hacia uno mismo. Creo que el teatro nos ayuda a encontrar (o redescubrir) la empatía hacia todas las personas, a escuchar activamente, a perder el miedo a improvisar (aunque vivir es improvisar todo el tiempo, pero no siempre somos conscientes de ello). Nos reconectamos con nuestras emociones, las reconocemos, las abrazamos, les perdemos el miedo. Nos vemos tal cual somos, sin maquillaje, sin máscaras, sin el automatismo de la sociedad masificada. Nos devuelve a nuestra esencia humana, que es, a su vez, divina.

Desde mi experiencia personal, recomiendo a todas las personas, sin importar la edad, sus condiciones, género, etc., que prueben hacer teatro, que se deconstruyan, porque conscientemente, con el teatro, aprendemos a dejar afuera los conflictos personales, los prejuicios, el miedo a hacer el “ridículo”. Rompemos las resistencias que fuimos creando para adaptarnos a este juego cruel de “aparentar” para encajar en sociedad, y nos reencontramos con nuestro niño o nuestra niña interna. Y sí, al hacer teatro, la vida vuelve a ser mucho, mucho más bonita y divertida.

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Luciana Combe - Actriz en crecimiento